De cómo algunos elementos químicos participaron de varios sucesos históricos.

Por Diego Manuel Ruiz

Profesor Adunto ESNM

Docente Investigador FACYF (UNLP)

Investigador del CISaV

lo largo de la historia, han existidos muchos relatos y registros de los hechos que hoy en día registramos como trascendentes o relevantes para la conformación de nuestro legado, como personas, como seres pensantes, culturales, y como ciudadanos. Pero además de eso, muchas veces, los hechos históricos tienen un componente científico importante que contribuye o forma parte de la crónica. La importancia de las propiedades de los diferentes elementos de la Tabla Periódica en las características de los diferentes materiales es probablemente el factor que más contribuyó al desarrollo de la ciencia de los materiales. El descubrimiento de que ciertas propiedades se repetían a medida que se pasa de un elemento a otro por parte de Mendeléiev, no solo dio lugar a la construcción de una Tabla Periódica, sino que inició una sucesión de avances tecnológi- cos que continúa en la actualidad.

Veamos algunos ejemplos donde la Química participó activamente de la Historia…


En 1911, varios exploradores se lanzaron a la ardua tarea de llegar al Polo Sur. Entre ellos, Robert Scott y su grupo. Partieron en noviembre de ese año, y alcanzaron el objetivo en enero de 1912, descubriendo que un explorador noruego, Roald Amundsen, había llegado un mes antes. Felices de haber llegado, pero ofuscados por no ser los primeros, emprendie- ron el regreso, pero tuvieron dos problemas mayúsculos: las inclemencias del tiempo antártico y las propiedades del estaño. El estaño metálico tiene dos estructuras cristalinas diferentes según la temperatura: una forma, llamada beta, es fuerte y resistente, que es la que solemos ver cotidianamente en las soldaduras, o en las latas de conserva; pero cuando la temperatura es muy baja, el estaño se organiza en otra forma (alfa) que es quebradiza y se desintegra fácilmente en polvo.
Cuando las temperaturas antárticas descen- dieron rápidamente, las soldaduras de estaño de los recipientes en los que llevaban el combustible para calentarse se pulverizaron, perdiéndose todo el combustible que tenían, que contaminó sus alimentos. La expedición de Scott no logró llegar debido al hambre, el frío y las enfermedades…y también al estaño. Otro que al parecer sufrió las consecuen- cias de la fragilidad del estaño frente al frío, fue el ejército de Napoleón Bonaparte. Durante su campaña en Rusia en junio de 1812, los soldados incursionaron el frío territorio con uniformes que contenían botones y hebillas de estaño. Las bajas temperaturas terminaron desintegrándolos, y como consecuencia las tropas no lograron mantener sus ropas cerradas y cómodas, haciendo que el frío diezmara el ejército e impidiera el avance de dicha incursión militar. Una de las más famosas derrotas de Napoleón no fue frente a un enorme ejército, sino ante la química de los materiales.

Otro elemento importante es el oxígeno. Lógicamente podría pensarse, con razón, que al depender los humanos del oxígeno del aire, que este elemento es una parte constante de la historia de la humanidad. Pero en algunos sucesos, dicho elemento fue fundamental. Como la llegada a la Luna de Neil Armstrong y Edwin Aldrin en 1969. Todas las misiones del programa Apolo requirieron de enormes cohetes para propulsarlos a suficiente velocidad como para llegar al satélite natural, conocidos como Saturno V. Y es allí donde el oxígeno hace su gran aporte, pues para poder lograr la combustión de las enormes cantidades de combustible que los cohetes necesitaban, se requirió de almacenar y transportar cantidades gigantes de oxígeno en estado líquido, para lo cual se necesitan temperaturas inferiores a 183 °C bajo cero.

Es por eso que en muchas filmaciones de los despegues se observan grandes bloques de hielo cayendo. Durante la Segunda Guerra Mundial pueden contabilizarse miles de historias, entre las cuales destacan lamentablemente las que tienen lugar en los campos de concentración alemanes. Y es justamente en uno de éstos, en Monowitz, donde el prisionero 174517, el químico italiano Primo Levi realizaba sus trabajos forzados en un laboratorio industrial. Cada tanto, Primo lograba robar algún que otro elemento para canjearlos por comida, algo muy escaso en ese momento y lugar.

En un momento se topó con unas varillas metálicas, las cuales hacían chispas al rasparse con acero. Se trataba de un material que contiene el elemento cerio, capaz de causar ese efecto (una propiedad llamada piroforicidad), y que suele usarse para generar la chispa de los encendedores. Esos canjes por comida le permitieron con el correr del tiempo, obtener raciones suficientes como para sobrevivir dos meses, lo que le permitió subsistir hasta la liberación del campo de concentración a manos de los soviéticos en enero de 1945. En este caso el cerio le salvó la vida a Levi.

Otro elemento que tiene su rol en la Historia es el talio. Si bien tiene algunos usos en la fabricación de termómetros que puedan medir temperaturas muy bajas o por su cualidad de absorber en la frecuencia del infrarrojo, la principal utilidad de este elemento es la de ser el más venenoso de toda la tabla periódica. La causa de dicha particularidad es que es capaz de ingresar a través de los canales de potasio de las células y allí hace estragos con las proteínas, rompiendo las uniones entre los aminoácidos. El resultado es una serie de síntomas que conducen a la muerte, siendo uno de ellos la alopecia (caída del cabello).

Y fue justamente esa particularidad la que llevó en la década del 60 al desarrollo, por parte de la CIA, de un plan para quitarle la barba a Fidel Castro. La Central de “inteligencia” estimaba que la pérdida de la barba (todo un símbolo) cambiaría la imagen del líder cubano ante su pueblo, terminando así con su liderazgo. Así que planearon usar una sal de talio para tal fin. El plan contemplaba dos posibilidades: una era poner la sal en uno de sus puros y la otra implicaba mezclar la sal con talco para que el envenenamiento comenzara por sus pies. Como los lectores podrán suponer el plan falló y las razones no están claras aún. Por un lado, se dice que el plan nunca alcanzó a llevarse a cabo; otra versión dice que el viaje en el cual incorporarían el talco contaminado a las botas fue oportunamente suspendido por Fidel, quien finalmente no murió con las botas puestas.

 

Por Diego Manuel Ruiz

Profesor Adunto ESNM

Docente Investigador FACYF (UNLP)

Investigador del CISaV

Profesor EEST Nº8

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