Varios ribetes del destino se suceden, para que en el año 1949 encuentre puerto en Buenos Aires el barco que trasladaba de Europa a Ugo Prat, aquel joven italiano obcecado en multiplicar el sentido del mundo en viñetas–quien luego incorporaría la hache y una última consonante a su apellido, en un harto y desvergonzado desafío a las reglas de la literatura-.

Por Gerónimo Sergnese -  Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.

Luego de que la Italia de Mussolini enviara a toda su familia a las tierras de Etiopía durante la ocupación fascista, Pratt comprendió que el mundo se abría a sus pies y a partir de sus dedos: "Para mí, mis viajes han sido la oportunidad de ir a un lugar que ya existe en mi imaginación." Así, con tan sólo 22 años su ya amanecida creatividad recaló en la tierra del cocoliche, precipitándolo al encuentro de grandes artistas como Francisco Solano López, José Muñoz, o el más influyente guionista en su carrera –según el mismo Pratt-, el prestigioso Héctor Germán Oesterheld (léase el padre de El Eternauta).

Hoy, en una muestra que condensa estelarmente la obra de Pratt, Italia reverencia al creador del Corto Maltés, ese magnífico marinero, hechicero de naufragios y aventuras en el océano, que inscribe a su autor en el gran libro ilustrado de la literatura mundial. Inaugurada recientemente en el Palazzo Pepoli (Museo della Storia de la ciudad de Bolonia), la exposición acompaña al visitante en un viaje entre ficción literaria y biografía, o como escribe Patricia Zanotti, la última mujer de Pratt y curadora de la expo: "en esta muestra buscamos trenzar la vida y el espíritu de Hugo Pratt y de Corto, porque son las dos caras de la misma personalidad". Ya Umberto Eco lo había anticipado en su Geografía Imperfecta del Corto Maltés, y quizá sólo un lector desprevenido escape a esta doble identidad, doble armonía del personaje y el autor.

La exposición –que cierra sus puertas de este universo el 19 de Marzo- presenta 400 obras que van desde dibujos originales de Sargento Kirk (1955), Ernie Pike (1961), Ana de la Jungla (1959) y Corto Maltés, pasando por acuarelas –como las de Wheeling y los Escorpiones del Desierto, en las cuales historia y personajes imaginarios se superponen a figuras históricas-, tintas chinas, revistas en las que participó (como Hora Cero, en Argentina), y otras rarezas más. Un racconto que surfea por la obra de Pratt, que hace gala de su exquisita e insolente pluma, y que corona esta destreza en los 164 dibujos originales de la Balada del Mar Salado (la realización que abre la saga del Corto Maltés, un clásico).

"VIDA DEL VIAJERO"

Hugo Pratt había nacido en una pequeña aldea de Rímini, y aunque se consideraba veneciano porque fue donde se crió, rápidamente se convirtió en un trotamundos. Luego de terminada la segunda guerra, y de que su padre fallezca en África, regresó de Etiopía a Venecia, y abrió camino a la aventura a través de su ingeniosa mano. Viajó por Inglaterra, Francia y Suiza. Luego, viviendo en Argentina por más de diez años (1949-1962) se hizo amigo de Oesterheld, con quien trabajó realizando Sgto. Kirk, Ernie Pike, Ticonderoga. Y si bien cuentan que sus personalidades chocaban a menudo, no obstante, sobran las alusiones de Pratt al talento de Oesterheld. Luego, hacia el '62, las cosas en Argentina no hacían rendir los frutos para tamaño genio, por lo que regresó a Italia. Hacia el '67 comenzó a desglosar Corto Maltés, personaje quien lo enmarcaría como uno de los más grandes historietistas de renombre internacional. Realizó más de sesenta historietas, nueve libros ilustrados, siete novelas y cinco participaciones como actor en films. "Poco antes de que su aventura se terminara –escribe Pablo de Sanctis- Pratt regresó a su obra maestra, pero esta vez sin dibujos: convirtió "La Balada del Mar Salado" en una novela (hoy traducción española), que no alcanzó a ver publicada." El 20 de Agosto de 1995 murió en su casa de Lausana, Suiza.

La luz reverbera sobre los pasajes del Palazzo Pepoli. Encadenadas unas a otras, las fisuras por donde se escapa el brillo del artista se unen y plagian al sol. El mismo sol que golpea al Corto Maltés en el mar, sustancial reflejo del autor. Las palabras de Eco, último yerno de Pratt, replican lo mencionado ut-supra: "Siempre sostuve que los dibujantes se dibujan en sus protagonistas. No lo sospechaba de Pratt. Un día, me encontré con él en la Terraza Martini de Milán y le presenté a mi hija, que entonces era chica pero ya le gustaba leer sus historias, y ella me susurró al oído que Pratt era el Corto Maltés.". "Pratt se estaba buscando, y buscándose perseguía sueños errantes. Y es en esa bruma que afecta espacio y tiempo que nacen los mitos, y los personajes se desplazan por otros textos, se instalan en nuestra memoria como si hubieran existido desde siempre en la memoria de nuestros padres, jóvenes como Matusalén y milenarios como Peter Pan, de modo tal que a menudo podemos encontrarlos también donde no se habla de ellos, y desde luego –por lo menos los niños pueden hacerlo- en la vida."

 

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