La aclamada obra del escritor mexicano nos lleva a una narrativa excitante, con un ritmo acelerado y lenguaje coloquial: receta clave de este best seller.

Por Ro Tierno

En la superficie de Diablo Guardián (Alfaguara, 2003) vivenciamos el lenguaje enardecido, a un ritmo que, aunque no se trate de comparaciones, le gana a las descripciones frenéticas de alguna de las noches de Jack Kerouac. Luego de otras lecturas descriptivas, pausadas, exquisitas, sentía la necesidad de acercarme a una literatura que me acompañara en este tiempo de época: rápido, a veces triste y desechable, otras feliz y excitante, pero que no cayera en el mensaje vacío, sino que se tratara de algo intenso, corto, pero de una emoción profunda, extrema y corporal. Ante la positividad generalizada, la perfección cristalizada, se hace casi necesario revolcarse un poco en el lodo, sentirse vivo e imperfecto. Y en este sentido, se genera una empatía con Diablo Guardián, que viene como un misil, directo al corazón de época, a atraparnos con un lenguaje actual, coloquial, chilango, a través del personaje extravagante de Violetta. A su vez, nos lleva a la contemplación y al tiempo de Pig, el segundo personaje de esta historia a la que no le falta nada. No por poco ganó el VI Premio Alfaguara en el 2003 y su escritor Xavier Velasco pasó de ser un desconocido a ser uno de los referentes actuales de la narrativa mexicana.

Rosa del Alba Rosas Valdivia es una joven de dieciséis años de clase media mexicana que, atrapada en la hipocresía de su familia (y por qué no, del mundo) se abalanza fuera de su hogar luego de robarse una gran cantidad de dinero. Sin rumbo alguno más que el de escaparse de lo que no le gusta y de lo que pueda estrellarla contra la vulnerabilidad, Rosa del Alba se transforma en Violetta, como una necesidad de descartar cualquier indicio de identidad que la relacione con su familia de origen. Al ritmo de The Passenger (porque el autor nos sube al carro de Violetta a través de la música de Iggy Pop, Siouxsie and the Banshees y David Bowie), y de los atropellados años '90, Violetta logra evadir los controles fronterizos con Estados Unidos para finalmente terminar en el tan preciado New York. La historia es compleja, dura, y el lector tendrá que ver la luz entre tanta oscuridad que rodea la vida de esta chica mexicana que no escapa a la angustia del género: su cuerpo será el medio por el cual podrá subsistir para satisfacer sus necesidades, vueltas vicios y superficialidades. Pig es un joven escritor también atrapado en las frivolidades del sistema: no logra vivir de lo que le gusta y sólo consigue trabajar en una empresa de publicidad. Ambas historias están entrelazadas por muchas cuestiones, pero el personaje que los una será Nafastófeles, que es, como se dice, un pinche cabrón.

Los temas que rodean esta obra ya reconocida son muchos: las contrariedades del sistema, el género, la religión, la familia, la idiosincrasia mexicana, el contexto político, social y económico. En definitiva, temas que no se han movido de la agenda y que nos sumergen en una historia muy real. Actualmente, la obra está siendo adaptada en formato de serie televisiva por la plataforma mexicana BLIM que, como toda adaptación de obra literaria, seguramente tendrá sus puntos débiles que la alejen de la historia. Pero... siempre quedará Diablo Guardián, para subirse a un Corvette amarillo del que difícilmente los lectores querrán bajarse hasta el final.

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