Pudo haber sido violinista, si persistía en las clases que a los trece años tomaba con Jacobo Ficher. Pero lo sedujo la actuación. Y no quiso resistirse. Con garbo, dio luego el paso de actor a director, enfocado al teatro y al cine, permitiéndose algunas lúcidas incursiones en la pantalla chica. Ese peregrinaje multidisciplinario le aportó la sabiduría para pisar firme en el mundo de la ópera, en el que descollaría, al igual que en el de la gestión cultural, arte no del todo menor.
Por Walter Szumilo
Caballero de sinigual prestancia, se rebautizó Sergio Renán en nombre y apellido, varios años después de que en 1933 sus padres lo llamaran Samuel Cohan en una colonia agrícola judía de Entre Ríos, desde la que puso proa al barrio porteño de Once.
El gran público lo conoció como director de La Tregua, película de 1974 que inscribió a la Argentina por primera vez en carrera por el Oscar, en la categoría mejor película en lengua extranjera. A esa altura, llevaba más de diez años de cine y uno de haber actuado en Los Siete Locos, de Leopoldo Torre Nilsson, en donde rindió tributo a Arlt encarnando al 'Rufián Melancólico'.
Se alió, en distintos formatos y épocas, a Ibsen, Dostoievski, Chejov, Tostoi, Stendhal y Flaubert; a Haroldo Conti, Benedetti y Bioy, entre varios Otros, de esos que se escriben con mayúscula. Y su pericia en la concepción del hecho artístico lo transformó en un eximio regisseur, que ofrendó al público inolvidables veladas de ópera en el Colón, teatro que dirigió entre 1989 y 1996, con una breve yapa en el 2000.
Precisamente en ese parnaso vernáculo se hizo manifiesta su audacia creadora. Bajo su batuta, el máximo coliseo argento no sólo fue anfitrión de grandes estrellas del firmamento internacional; también se convirtió en semillero de talentos y en centro experimental de las artes, desacartonándose para la captación de nuevos públicos.
En dos tramos del camino, la muerte lo buscó por el páncreas y las cuerdas vocales. Dos veces, contra todos los pronósticos, burló el coma. Hasta que dijo adiós, con 82 años, en una madrugada del último junio. Fue despedido en el Teatro Colón, en días en que se estrenó L'elisir d'amore, de Donizetti, producción final de su fecunda carrera.