La Plata alberga una incontable cantidad de espacios de formación teatral. Lugares donde además de aprender, uno puede encontrarse con pares y empezar a hilvanar una ficción propia. Así nace "Cenando con Lorca": una propuesta teatral donde un grupo de actrices encarna distintos personajes femeninos de la obra de Federico García Lorca y los lleva a escena.

por Flor Zubieta 


"Me he acostumbrado a vivir muchos años fuera de mí, pensando en cosas que estaban muy lejos. Y ahora que esas cosas ya no existen, sigo dando vueltas y más vueltas por un sitio frio. Buscando una salida que no he de encontrar nunca".

Las líneas pertenecen al célebre monólogo final de "Rosita la soltera o el lenguaje de las flores", obra del dramaturgo granadino escrita en 1935. Un monólogo que hasta nuestro propio Alfredo Alcón se atrevió a interpretar alguna vez. Porque es lo que Lorca nos provoca: ganas de decir y de escuchar y volver a escuchar sus textos, su infinidad de voces. Su poesía.

Esto mismo les pasó a Pato Brusa, Ana Angelillo, Carolina Torres y Silvia Carreras, cuatro actrices del under platense que se conocieron en el 2001 en las aulas de Febe Chávez –una célebre docente teatral de nuestra ciudad-: "Cuando trabajábamos las obras de Federico García Lorca nos pasaba que nos fascinaban determinadas escenas. Una escena en sí ya te dice mucho: te habla de la poesía de Lorca, del decir, del ver", rememora Pato Brusa.

Tiempo después, en las aulas de Blas Arrese Igor, Pato y Carolina se vuelven a encontrar y comienzan a trabajar una escena basada en "Rosita..." pero protagonizada por dos Rositas: la clásica y una especie de alter ego. El resultado las entusiasmó. "La llamamos a Silvia Carrera y Ana Angelillo y les pedimos que hicieran alguna escena de Bodas de sangre. Teníamos un amigo que tenía un lugar muy lindo de comida orgánica en City Bell, El Yuyal, y nos dijo: ¿Por qué no hacen algo acá? Este es un lugar muy artístico. Hagan lo que quieran", relata Carolina.

Con esa invitación nace "Cenando con Lorca": un producto teatral que tuvo la coordinación artística inicial de Blas Arrese Igor, de "cenas con escenas" de distintas obras de García Lorca, interpretadas por cuatro actrices.

A esta primera propuesta se lo sumó rápidamente otro personaje: el propio Federico; un actor que presenta, entrelaza y despide a los personajes femeninos, con textos del autor extraídos de sus propios escritos y entrevistas. Para este trabajo contaron con la asistencia dramatúrgica de Sabrina Odoguardio. Actualmente el personaje de Federico lo interpreta Sergio Arteaga Lobos.

Otro agregado especial de la propuesta fue la música, con el piano del maestro "Pepe" Enrique Angelillo.

"Cenando con Lorca" lleva seis años de presentaciones en restaurantes de City Bell, Villa Elisa y La Plata. Cualquier comensal es factible que se convierta, por espacio de quince o veinte minutos, en un espectador de la poética lorquiana. Las luces se apagan y Rosita, Yerma, Mariana Pineda o Bernarda Alba "salen a escena", bordeando los espacios que circundan las mesas. Luego, se retiran y la gente sigue disfrutando su comida, quizá con nuevas improntas en la conversación. "En una de las cenas, una señora cubana, Margarita Pacheco era su nombre, empezó a acompañar una de las escenas repitiendo el monólogo de Rosita. Yo estaba parada con un clavel en la mano y la veo de repente seguir el texto con los labios. Fue conmovedor", recuerda Silvia.

Poco a poco comenzaron a llegar invitaciones para presentarse en otros espacios y hasta festivales sobre la obra de García Lorca. Fue entonces que debieron aggiornar el espectáculo para dar lugar a "Mujeres de Lorca", un formato pensado para espacios teatrales más convencionales que respeta los mismos personajes y escenas. La última presentación de Mujeres de Lorca fue en la sede OSDE de la ciudad de La Plata, el pasado jueves 6 de julio. Más de trescientas personas disfrutaron en forma gratuita de la propuesta.

-¿Qué sensaciones o parlamentos de la poética lorquiana rescatan en este momento?
-Carolina: El uso de las palabras. Y las palabras que se repiten siempre.
-Pato: La sangre, lo seco, el agua.
-Silvia: Los colores.
-Pato: La ilusión, la esperanza, el silencio.
-Carolina: "¿Amas la libertad más que a tu Mariana? Pues yo seré la misma libertad que tu adoras".
-Silvia: "Llora, pero en la puerta"
-Pato: "Déjenme libre la voz, ahora que estoy entrando en lo más oscuro del pozo".

Mujeres que se reúnen y cuentan su historia y se nombran entre sí con los personajes que interpretan. Mujeres que se visten sueltas y se torzan el pelo y se descalzan. Mujeres fuera de sí. Mujeres que encontraron en la poética lorquiana una manera de nombrar el mundo. De aprehenderlo. De habitarlo. Vivirlo. Como en la vida: mujeres que llevan años ensayando y repitiendo los mismos textos y que aun así, se siguen conmoviendo. "Nos seguimos escuchando". Testigos de tragedias. Mujeres amigas que sufren con quienes ven sufrir y lloran. Y callan. Y vuelven a mirarse y empiezan a cantar. Chocan sus manos con ritmo y el sonido de las palmas se funde con un piano y sus voces. Mujeres como en un tobogán y en un subibaja. Como en la placita de la infancia. Pero adultas, que siguen jugando. Y cantan:

"La luna es un pozo chico.
las flores no valen nada
lo que valen son tus brazos,
cuando de noche me abrazan"

(Zorongo gitano. Poema popular del folklore andaluz, armonizado por Federico García Lorca).

 

 

Fotos por Roberto Borda
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