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Mucho se habla en estos tiempos sobre los científicos y sus logros; el séptimo arte no es ajeno a ello. Aquí les presentamos un gran éxito de la ciencia aplicada al cine y una gran fracaso de la Ciencia Ficción cinematográfica ochentera que, a su pesar, resultó ser el semillero de los grandes científicos del celuloide.

por Diego Manuel Ruiz*

 

Se ha dicho muchísimas veces: la ciencia y el cine van de la mano. Desde los hermanos Lumiere y Thomas Alva Edison para adelante, la grabación y proyección de películas necesitó de la tecnología y las mentes a su servicio.

Uno de los primeros soportes que resultaron útiles como base para los rollos de película fue el famoso celuloide, hecho a base de nitrato de celulosa, un compuesto que se obtiene a partir del algodón (muy rico en celulosa). Fue muy útil por su versatilidad y su capacidad para enrollarse en láminas sin romperse, pero duró solo algunas décadas. ¿La razón? El nitrato de celulosa es muy inflamable, puede arder a temperaturas desde los 40ºC y no necesita que haya oxígeno para que sus llamas avancen. Eso lo convirtió en algo muy riesgoso, como puede verse al arder rápidamente un cine en la película Bastardos sin Gloria (2009).

La dificultad por hallar películas antiguas, esos tesoros de los primeros tiempos del séptimo arte, no solo radica en el paso del tiempo, sino en la inestabilidad del nitrato de celulosa, que no solo hace que arda fácilmente, sino que con el correr del tiempo puede descomponerse y desintegrarse.

Fue durante la década de 1940, que nuevamente la ciencia vino a solucionar el problema con una nueva tecnología: un nuevo material, también basado en la celulosa, muchos más estable y duradero, vino a traer tranquilidad: el triacetato de celulosa. Desde entonces, ese material permitió que las películas perduraran y se reprodujeran más fácilmente y de un modo mucho más seguro. Nuevamente los científicos estaban rehaciendo el cine.

Pero también podemos hablar de los científicos que el Cine ha aportado a la historia; veamos un muy buen ejemplo:

Existe una película llamada Las Aventuras de Buckaroo Banzai (The Adventures of Buckaroo Banzai Across the 8th Dimension, 1984), dirigida por W.D. Richter, que es una especie de comedia de aventuras romántico-musical de ciencia ficción (si es que tal género existe en realidad...), en la que se destaca la presencia de varios personajes científicos, comenzando por el mismísimo protagonista que encabeza el título: el Dr. Buckaroo Banzai; En lo profesional el personaje muestra un alto coeficiente intelectual y una gran versatilidad, pues no solo es especialista en física de partículas, sino que además es un gran neurocirujano, un hábil corredor de carreras y 8como si esto no fuera poco) un rock star, líder de una exitosa banda integrada por músicos del palo científico: un cartógrafo, un botánico, un ingeniero en propulsión, un entomólogo y un epidemiólogo a quienes probablemente haya buscado en la Guía del Estudiante en lugar de la revista Rolling Stone.

Las aventuras de Buckaroo Banzai (1984) fue un filme que legó muchos actores-ceintíficos a la historia del cine.

 

Pero más allá de la importancia de tremendo seleccionado de las diversas áreas de la ciencia, lo que se destaca es el elenco actoral de la película, pues no solo consta de futuros grandes actores (vamos, que si aquí no lo demuestran, que lo son lo son), sino que algunos de ellos continuaron en el camino de convertirse en grandes científicos del celuloide (o mejor dicho del triacetato de celulosa).

En primer lugar tenemos al pianista de la banda, interpretado por Clancy Brown, uno de esos actores a quienes quizás no reconozcamos por el nombre, pero cuyo porte reconocemos al instante: Ese mismo año en el cine participó como el villano grandote de Highlander (1984). ¿Ahora sí lo tienen?. Bueno, el amigo Clancy también interpretó a Kelvin, un personaje muy relacionado a la historia de la escotilla de la serie Lost (2004-2010), un nombre dado al personaje en honor a un gran científico real, Sie. William Thomson, más conocido como Lord Kelvin, que desarrolló grandes avances en termodinámica y electricidad durante el siglo XIX.

Otro gran aporte lo hace el amigote neurocirujano de Buckaroo, interpretado por Jeff Goldblum, quien parece tener un gran apego por los personajes científicos, visto que ha reincidido con fortuna en su carrera, siendo el exitoso/desgraciado Seth Brundle que logró la teletransportación junto a un molesto insecto en la remake de La Mosca (1986). También fue el Dr. Ian Malcolm, el matemático experto en teoría del caos de Jurassic Park (1993), El Mundo Perdido: Jurassic Park (1997) y la próxima Jurassic World (a estrenarse en 2018). En el medio de tanto lío con dinos siguió con ganas de hacer ciencia e hinterpretó a un ingeniero graduado del MIT que descubre las transmisiones de los poco amigables alienígenas de Día de la Independencia (1996), y que 20 años más tarde (en el relato de la historia y en la vida real) regresó en Día de la Independencia: El Contraataque (2016).

Incluso el propio protagonista, Buckaroo Banzai, fue interpretado por el actor Peter Weller, quien quizás no haya vuelto a ser un gran científico en la pantalla, pero sí encarnó a un gran arquetipo de la tecnología del futuro: Robocop I y II (1987, 1990).

Pero si de científicos del celuloide se trata, la película de Buckaroo Banzai nos deja otra enorme sorpresa actoral de la mano de uno los nefastos alienígenas de la película: Christopher Lloyd. No tanto por su interpretación de un reptiloide, sino porque al año siguiente nos daría a quien probablemente sea el científico más famoso del cine de los últimos ochenta años, el Doc Brown de la trilogía de Volver al Futuro, para muchos la mejor saga de la historia del cine y uno de los científicos más reconocido en la historia del séptimo arte.

Demás está decir que una película con esos personajes tiene dos posibles destinos: el éxito de la genialidad o el fracaso monumental. Y si a estas alturas la mayoría no reconocen el nombre del Buckaroo Banzai, es porque ya saben cuál de los destinos resultó ser: más o menos el mismo que el de las cintas de nitrocelulosa; después de todo lo destacable de la película en este caso no es la historia, ni los momentos para la posteridad, sino su elenco de actores y personajes, uno digno de los mejores profesionales del CONICET o de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas... usted elije.

 

*Docente de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales (UNLP)
Investigador de Centro de Investigación en Sanidad Vegetal (CISaV)
Editor General de la Revista de la Facultad de Agronomía
Co-editor de la Revista Investigación Joven.
Divulgador científico.